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A collection of anecdotes, reflections and memoirs
FEATURED STORY
ENVEJECIMIENTO
Te miras al espejo y te haces preguntas. Sabes que la imagen eres tú, pero lo que se ve no es todo. Hay diferencias.
No sé cuántas veces intenté escribírlo. Muchas. La mayoría de las versiones me hacían parecer un llorón. Sin embargo había elementos allí, temas que quería tocar. Por tanto, lo intentaré una vez más.
No notas los cambios al principio. Envejeces gradualmente. Pero están allí, y son de una naturaleza contínua, implacables en su progreso, incluso si desaparecen de la conciencia por un tiempo.
Una vez entré en la sala de profesores y me encontré con varias personas, la mayoría de ellas más o menos de mi edad. El movimiento de la plantilla es alto y no pasa mucho tiempo antes de que abra la puerta y me encuentre a gente diez años más joven. Luego son veinte. Hoy en día se acerca la treintena. De alguna manera, la gente sigue siendo amable contigo, te trata bien, pero ya no estás incluido en las invitaciones a las fiestas.
Tal vez es mi culpa, rechazar esas propuestas ocasionales hace unos años y no devolverlas. Tomé la ruta familiar, centrándome más en mi esposa y el niño recién nacido que creció rápidamente para convertirse en un adolescente. No hay arrepentimientos, lo haría todo de nuevo. La vida es corta y, aunque extraño las intensas amistades, parecía haber una opción, al menos para mi, y tomé el camino que creía correcto. Algunos pueden combinarlas, pero esas
pocas amistades verdaderamente queridas estaban a miles de kilómetros de distancia. No sentí la necesidad de desarrollar un mayor vínculo con algunos buenos conocidos, al menos no si el precio era estar menos tiempo con mi preciosa familia.
En mi envejecimiento, esas son las decisiones de una persona mayor, no la de un joven con tanta energía que estalla para salir de la casa y tener otra noche increíble con los amigos. Ser mayor también ha aliviado algo el hambre, por lo que puedo aceptar más fácilmente no estar siempre incluido, aunque a veces siento la ausencia profundamente. He forjado un lugar para mí, al menos en estos días inseguros, un lugar que puedo reconocer y familiarizarme mientras esté allí. No siento la necesidad de fingir entusiasmo con la esperanza de ganar promociones futuras o ganarme más el respeto de mi jefe y compañeros. Bueno, la necesidad sigue ahí, en parte por el bien de la supervivencia, pero ahora arde con menos fuerza.
En este período de la vida todavía tengo fuerzas internas, fuertes, pero diferentes en algunos aspectos. Quiero dejar un legado, rendir homenaje a una larga profesión de exploración, cerrar con estilo mientras sigo capaz y con ganas. Me esfuerzo mucho sabiendo que quedan pocos años por delante, al menos en esta fase. Trato de equilibrar los otros aspectos de mi vida y los que me rodean, sin olvidar dónde estoy.
Y es una edad curiosa, esta en la que estoy ahora. Tengo muchos dolores y molestias, disfunciones en mi cuerpo, sintiéndose en mi mente. Pero todavía camino erguido. Gran parte de mí permanece en el mundo más joven y resuelto, y con buena fortuna, el lento y casi imperceptible distanciamiento de este no tendrá su mayor impacto en el futuro. Aprecio lo que tengo, mientras lo tenga. Estoy viviendo en el presente, con pensamientos que van y vienen al pasado y al futuro. Pero es del presente del que estoy cerca. Siempre el presente. Estaba allí cuando tenía diecisiete años. Estaba allí a los veintiocho. Y aquí está ahora. Es en el presente que la tinta fluye de mi pluma sobre el papel que recibe mis ideas. Y cuando las palabras se lean una vez más, se hará en ese momento siempre presente lo inmediato.
En este presente, tengo luchas y sueños, algunos diferentes a los entretenidos del presente que experimenté hace mucho tiempo. Y otros no han cambiado. Hay una continuidad de preocupaciones no resueltas, una mentalidad a través de la que me miro y con la que me siento familiarizado. Me hacen compañía junto a los cambios. Y estoy agradecido a todos ellos. Todos han contribuido a que me sienta vivo.
No creo que aprecie ese sentimiento, la sensación de estar vivo, menos ahora que en mis años más jóvenes. Siempre he querido vivir mi vida. Y lo he hecho.
Y asi lo vengo haciendo.
Eso es lo que quería decir.
EPÍLOGO
Mi abuela, cuando tenía sesenta años, parecía vieja para un chico muy joven, entonces un adolescente. Pasaron los años, las experiencias iban y venían, y un día estaba sentado en el sofá junto a ella, su mano en la mía. Tranquilamente hablamos, disfrutando del sol que entraba por la ventana de la sala de estar y simplemente conversando con la calurosa compañía que nos brindó. Ella me dijo que dentro de su cuerpo ahora arrugado y lento era una chica. Aún sentía que tenía dieciséis años. Sintió que podía bailar y moverse y sentirse como la persona que sentía que era, no limitada a los parámetros establecidos dentro de los límites del cuerpo de noventa y un años que ahora ocupaba. Ella era una mujer práctica, desgastada por los años de decisiones sabias pero a veces difíciles. Ella fue valiente e hizo lo correcto como una forma de vida. Pero ella también era esa chica de dieciséis años que quería bailar.
Gracias a Carlos Molto por su ayuda y consejo en esta traducción.
(Si encuentras algún error tipográfico u otro tipo de errores, son míos, no los suyos.)
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