top of page

FEATURED STORY

LA SEÑORA WARRINGTON

La señora Warrington era una persona que era más de lo que parecía y enseñaba más que las matemáticas. Sus esfuerzos y valores fueron apreciados por muchos de sus estudiantes y continuaron sintiendo su influencia durante toda su vida. Esta es una anécdota que la describe como es como persona y lo que hizo en la clase.
La señora Warrington era una maestra a quien siempre respetaré y admiraré. Sé que a
muchos estudiantes no les gustan las matemáticas y es probablemente más difícil para
el profesor captar el interés del estudiante en clase de matemáticas que seguir un curso de Nuevas tecnologías divertidas o bien en la universidad, Psicología anormal, por ejemplo. Tal vez me ayudó que tenía un poco de cabeza para las matemáticas y me di cuenta de que realmente me gustaba descubrir los conceptos abstractos. Es una sensación muy buena encontrar la realización de lo que significa algo o cómo aplicarlo. Es como abrir una puerta previamente muy testaruda y algunos de los secretos lanzados son muy gratificantes. Mis otros maestros de matemáticas de secundaria eran buenos, pero la señora Warrington era excepcional.
 
Si ella estuviera caminando por la calle probablemente nadie la notaría a menos que ya la conociera. Con los años, he llegado a conocer a una serie de 'espectaculares' personas de esa manera. No me refiero verlos pasar por la calle. Me refiero a las circunstancias que surgen que me dan la oportunidad de interactuar con esa persona y conocerla mejor de lo que normalmente hubiera decidido hacer.
 
Recuerdo que una profesora de inglés aquí en Barcelona declaró orgullosamente en la
sala de profesores que prefiere reunirse o pasar su tiempo con personas realmente
interesantes. Me hizo preguntarme qué calificaría uno como interesante, por lo menos
por los estándares que ella estaría fijando actualmente. También, me pregunté si ella sería capaz de cumplir con los mismos estándares para ella misma.
 
Muchas de las personas que han tenido un impacto fuerte y positivo en mí son personas
sin pretensiones, que no buscan la fama o particularmente dedicadas a cultivar
cierta imagen. Ellas han sido personas que fueron quizá entusiastas sobre algo o han
tenido algunas buenas ideas y han estado dispuestas a compartirlas. Ellas pueden
haber trabajado o incluso luchado duro duramente un largo período de tiempo para llegar a donde estaban, pero no es evidente en la ropa que llevan o en la imagen que están vendiendo.
 
La señora Warrington no tenía ropa inusualmente de moda o cabello de estilo
impresionante para destacar su personalidad espectacular. No es mi intención dejar a
los que desean hacer una declaración a través de la moda o apariencias externas, o
aquellos que descubren el coraje para romper las barreras auto-conscientes que
encuentran puestas sobre ellos. Simplemente que la señora Warrington tenía otras
prioridades y éstas no se aprecian fácilmente al verla pasar por la calle o tener una
breve conversación con ella.
 
Ella nos colocó a chicos y chicas de tercero de ESO* alrededor de tres grandes mesas. Una era para los estudiantes típicos que encontraron los éxitos y dificultades normales. Cerca de ellos estaban sentados otros que necesitaban de más orientación y atención para vencer suficientemente los obstáculos antes de pasar al siguiente año de estudios. Mientras todos tenemos nuestros desafíos, las matemáticas no ocupan una posición alta en mi conjunto particular de cargas y eso me valió un lugar en la tercera mesa.
 
No sé si fue por su propia inspiración o si decidió seguir una idea que había
escuchado en algún lugar, pero lo llevó a cabo muy bien. Ella nos repartió de esa
manera, pero nunca sentí que estábamos en un sistema de clase social, con uno que es
superior o inferior a otro. Simplemente tuvimos nuestro propio trabajo y proyectos
respectivos ante nosotros y nos sentimos alentados por los que nos acompañaban en la
misma mesa.
 
En cada clase con ella, nos hablaba conjuntamente.  Más tarde entrabamos en el reino de nuestras tareas de grupo para el día. Ella era libre para moverse entre las mesas, monitoreando cada una de ellas y para dar una guía más directamente beneficiosa según fuera necesario.
 
En la tercera mesa teníamos el libro y nos dijo que trabajáramos nuestro camino a
través de aquel. Nos sentimos particularmente orgullosos de percibir la confianza que ella depositó en nosotros. Había un montón de ejemplos y explicaciones, un glosario y
respuestas al final del libro. Nos teníamos cada uno al otro y lo que no podíamos
trabajar en conjunto, ella nos ayudaría.
 
Tal vez tenía palabras diferentes pero similares para los otros grupos, animándonos a enfrentarse al desafío y a sentirse bien al respecto. Las frustraciones inevitables que encontramos fueron suavizadas por su apoyo y nos enorgullecíamos de nuestros logros, como grupo, como clase y como individuos.
 
Ocasionalmente, las personas de un grupo se unirían temporalmente a otro. Él o ella
estarían en préstamo, buscando o dando ayuda y aprendiendo a incorporar paciencia,
humildad, movilidad y resolución de problemas en nuestra experiencia de aprendizaje.
Una cosa es disfrutar de la repentina revelación de la comprensión de un problema
evasivo y otro tener un agarre lo suficientemente firme como para explicarlo con humildad a un compañero que aún no ha experimentado esta revelación, si esta persona está en su grupo o en otro.
 
 
Yo, como profesor, ahora, todavía recuerdo y aprovecho esta experiencia, tal vez
añadiendo algunas modificaciones de mi propia cosecha. Era una buena idea que los estudiantes se enseñaran unos a otros y yo he incorporado esta idea, especialmente en el trabajo con parejas, frecuentemente en mis planes de lecciones. Es raro que yo separe a los estudiantes en grupos estables de acuerdo a su capacidad, pero en esas pocas ocasiones que he jugado con ella, les he dado a cada uno una tarea diferente para conquistar y cada grupo tiene algo que enseñar a los demás una vez que se ha logrado su dominio.
 
En mi opinión, la señora Warrington fue una de las maestras más dotadas que he tenido
y me siento muy afortunado de ser miembro de una de sus clases.

AFTERWORD

La señora Warrington ha fallecido y cuando escribí estos recuerdos sobre ella, fue después de ello. Así que me he hecho una promesa a mí mismo que si me encuentro con una persona que creo que está haciendo cosas maravillosas, trataré de encontrar el coraje para dejar mi frecuente timidez o mis reservas para llegar a hacérselo saber,
mientras que la experiencia aún está fresca.
Su nombre de pila era Ann, por cierto, Ann Warrington.
*Jóvenes de 15 años en Eduación Secundaria Obligatoria (ESO), en España
Gracias a Núria Lladós Albiol por su ayuda y consejo en esta traducción. 
(Si encuentras algún error tipográfico u otro tipo de errores, son míos, no los suyos.)
bottom of page